No es magia, es un acercamiento a la ciencia cognitiva.

 

Si leíste ¨Narrativas Internas: Educar la mente.¨, es probable que estés pensando: "Ok, ya llegamos a la parte donde todo se soluciona pensando de manera diferente. Pero, dale Nicolás, en la vida real, las cosas no son tan simples. Me echan del trabajo y ¿se supone que debo encontrar algo positivo en eso?"

Es un pensamiento completamente razonable. No estoy acá para vender fantasías donde todo se resuelve con pensar 'positivo'. De hecho, eso sería subestimar la complejidad de nuestras vidas y emociones. Lo que esta publicación propone no es un truco de magia mental, sino un acercamiento práctico, basado en la ciencia cognitiva, para manejar mejor lo que sentimos.

Ahora, sé lo que podrías estar pensando: "Esto suena bien en teoría, pero ¿realmente puedo aplicarlo en mi vida? ¿No es solo otra forma de autoengaño?"

Es una pregunta válida. Con frecuencia, nos encontramos escépticos ante la idea de que cambiar nuestra forma de pensar puede tener un impacto real en nuestras emociones y, por ende, en nuestras vidas. Pero quiero hacerte una pregunta: ¿Cuántas veces cambiaste de opinión sobre alguien o algo después de obtener más información o perspectiva? Probablemente muchas. Y en esos momentos, ¿no cambiaron también tus emociones hacia esa persona o situación?

Veamos otro ejemplo. Imaginá que estás en el tráfico y alguien te corta abruptamente. Tu primera reacción podría ser de ira: "¡Qué conductor tan irresponsable e imprudente!" Pero, ¿qué pasa si ves que esa persona está llevando a alguien al hospital en una emergencia? De repente, tu narrativa cambia, y con ella, tus emociones.

Lo que estos ejemplos ilustran es una verdad muy humana: nuestras interpretaciones de los eventos influyen significativamente en cómo nos sentimos respecto a ellos. Esto no es autoengaño, es autoconsciencia. Reconocer esto no solo es empoderador, sino que nos da una herramienta poderosa para manejar nuestras emociones de manera más efectiva.

Es cierto, no podemos controlar todo lo que nos sucede, pero tenemos un cierto grado de control sobre cómo interpretamos y reaccionamos a esas situaciones. Y aquí es donde la ciencia entra en juego. La psicología cognitiva, por ejemplo, nos enseña que nuestros patrones de pensamiento no solo afectan nuestras emociones, sino también nuestro bienestar general. Al aprender a identificar y ajustar estos patrones, podemos mejorar significativamente nuestra experiencia emocional.

Entonces, ¿cómo podemos empezar a aplicar esto en nuestra vida diaria? Empezá con el reconocimiento de tus propias narrativas. Cuando te enfrentes a una situación difícil o desafiante, tómate un momento para reflexionar sobre la historia que te estás contando. Pregúntate: "¿Hay otra forma de ver esto? ¿Estoy interpretando los hechos de manera que me esté causando más daño emocional del necesario?"

Por supuesto, este proceso no es instantáneo. Cambiar patrones de pensamiento arraigados lleva tiempo y práctica. Pero cada paso que das para cuestionar y reescribir tus narrativas internas es un paso hacia una mayor agencia emocional y, en última instancia, hacia una vida más plena y satisfactoria.

Nicolás Ferrario
Talk2U & National Geographic Explorer

 
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